• julio 19, 2016
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“DE CUANDO SE PIERDEN ALGUNAS SEMILLAS Y LOS GUARDIANES DE SEMILLAS LAS ENCUENTRAN”

“DE CUANDO SE PIERDEN ALGUNAS SEMILLAS Y LOS GUARDIANES DE SEMILLAS LAS ENCUENTRAN”

Cuando se le pregunta a Elsa Castro si es guardiana de semillas, ella responde: sí. Ser guardián de semillas “es querer las semillas, es consentirlas, es sembrarlas, es volver a darle su importancia.” Entrevista Elsa María Castro Neita, Mongua- Boyacá (Asociación Huerto Alto Andino)

Elsa Castro Neita, es miembro de la Asociación Huerto Alto Andino (AHAA) [1] en Mongua, Boyacá, coparte de Swissaid Colombia.

Día a día Elsa se levanta a las cinco de la mañana, hace el desayuno, se coloca las botas, la ropa de trabajo, se va para la finca  familiar. Ordeña las vacas y entrega la leche. Se devuelve y  dedica un rato de tres a cuatro horas a su huerta. Después amarra los becerros y regresa a la casa, se baña, hace la comida y se pone a descansar.

La importancia de trabajar en la huerta radica en que “las plantas tienen que deshierbarse*, tiene que cuidarse, porque es lo que nos han dicho nuestros ancestros, nuestros abuelos, por ejemplo mi papá que tiene 88 años siempre me dice “las maticas hay que consentirlas, hay que quererles, hay que dedicarles al menos una horita en el día”.”

Elsa Castro trabaja en la huerta de la finca de su familia en el proceso de recuperación de semillas. “Ha sido muy difícil, pero muy chévere cuando uno se mete en el cuento, por ejemplo con el trigo colorado, que es un trigo que lleva en mi familia más de cincuenta años y hace cuatro años que no se sembraba, se tenía colgado allá en una casita vieja y pues yo cocino todavía con leña en la finca, entonces yo dije: “de pronto no nace”. Hice el experimento primero en una materita. Sembré unas semillitas y vi que germinó, entonces cogí una parcelita pequeñita y ya me dio lo que es cinco manojos. Se corta con hoz, se amarra, y como eran tan pequeñitas me tocó refregarlas a mano, pero ahorita tengo prácticamente un lotecito de 6mt por 15mt de fondo, entonces ya veo que está germinado bien y está parejito, supongo que voy a rescatar un poquito más. Y lo mismo con las hibias, chuguas o rubas.”

¿Por qué dejaron de sembrar el trigo colorado? 

Porque mi papá llegó a una edad en la que no pudo sembrar, no pudo preparar la tierra, entonces pues dejamos. Si no que cuando yo vi que el rescate de semillas entonces me empecé como a incentivar; era importante para la diversificación de los alimentos, para no quedarnos solamente sembrando papa. Entonces dije “voy a rescatar esa semillas que debe ser muy importante y que de pronto de aquí a mañana pues sea beneficio para mí”. 

Para Elsa es importante la recuperación de las semillas y las formas tradicionales de producción: “pienso que  no tiene nada de químicos, yo misma he cegado el trigo, lo he manejado, no le  hecho químico, en la piedra no se necesita algún líquido como sí lo necesitan las máquinas que son manejadas con gasolina. Entonces no se contamina la semilla, es una harina, un cuchuco netamente orgánico. Yo le he incentivado a mi hija, yo le digo, eso es bueno, tratar de volver a recuperar lo de nuestros ancestros.”

Parte del proceso de volver a las tradiciones ancestrales comenzó con el trabajo de Elsa en la huerta, una huertecita, como la llama ella, la cual: “estamos mejorando porque se había perdido, pero gracias a Swissaid hemos implementado lo que son los frutales, la hortaliza y recuperando algunos tubérculos que ya se han perdido; algunos cereales, pues son pequeñitos, es una huertecita pequeñita, pero creo que por nuestro modo de vida ya no vamos a la plaza, lo tenemos ahí. Es muy poco lo que tenemos que gastar de dinero, pues nos ha generado muchísimo, nos ha minorado los gastos. Me parece que es un programa muy bueno.” ya vimos que era una experiencia muy bonita, que nos estaban apoyando, entonces eso generó entusiasmo en todos nosotros y de ahí pienso que Swissaid hizo una labor muy buena en nuestro municipio

Hemos surgido, hemos tenido un modo de vida diferente, porque antes de que llegara Swissaid nos tocaba comprar que el tomate, que las lechugas, el brócoli, que todo. Llegó Swissaid y nos implementó unos invernaderos, nos enseñó otros modos de trabajo orgánico. Hoy en día no necesariamente tenemos que ir a comprar alimentos, porque ya lo tenemos, entonces eso nos ha generado muchos recursos para nuestro bolsillo.”

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