• febrero 7, 2020
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MONTAÑAS VIVAS: UNA APUESTA DE MANEJO Y PERMANENCIA EN EL TERRITORIO

Las familias han construido participativamente, una propuesta de desarrollo rural integral sostenible para las comunidades de la alta montaña ecuatorial, con enfoque territorial, a partir de la cuenca como unidad básica de gestión y planeación del territorio.

El páramo es territorio, gente, historia e identidad

 
Montañas Vivas es el proyecto de 340 familias de cinco organizaciones campesinas[1] que  dan vida a los Páramos de Pisba y Tota-Bijagual-Mamapacha, el Parque Nacional Natural Pisca (1977) y el parque Regional Natural Siscunsí-Ocetá (acuerdo 027 de 2008).
Esta región corresponde a la cuenca de los ríos Leonera y Saza de la parte media de la gran cuenca del río Chicamocha en los municipios de Mongua y Gámeza en Boyacá.
La mayor parte de estos municipios están traslapados por áreas protegidas, pues en parte del territorio coinciden dos o tres de estas formas de protección.
Las familias han construido participativamente, una propuesta de desarrollo rural integral sostenible para las comunidades de la alta montaña ecuatorial, con enfoque territorial, a partir de la cuenca como unidad básica de gestión y planeación del territorio.
 
Representantes de las cinco organizaciones se encuentran para reconocer y dialogar de manera colectiva sobre su territorio; realizan recorridos y elaboran mapas sociales donde identifican potencialidades y desafíos; y a partir de esto construyen propuestas de vida para una convivencia armónica y de compensación con los recursos que ofrece el territorio. Esto lo logran a partir de un análisis integral con participación de la comunidad; revisan los aspectos ambiental, social y económico, de manera sistémica, entendiendo que cada uno de estos ámbitos hacen parte de un sistema mayor que es el territorio y que cada uno de ellos es un elemento que está en permanente interacción con los otros ámbitos, de tal manera que el uno influye sobre los demás, los determina y los afecta.
Las comunidades, de las cinco asociaciones campesinas han conformado comités de solidaridad donde planean y acuerdan las actividades a implementar siguiendo las tres dimensiones de análisis del territorio:
  • El comité social asume el acompañamiento a las familias con actividades de integración y vinculan a los hombres en las diferentes tareas como corresponsable de la economía del cuidado.
  • El comité ambiental se compromete con el cuidado de las fuentes de agua, protección y la restauración de sus ecosistemas; en ésta gestión comunitaria del agua se vinculan los acueductos comunitarios de ambos municipios.
  • El productivo se dedica a la recuperación de semillas ancestrales, a diversificar la producción con hortalizas, frutales y tubérculos andinos los cuales nuevamente empiezan a consumir y ya hacen parte de la dieta nutricional de las familias.
  • Por último, está el comité de comercialización encargado de facilitar el encuentro entre el productor y el consumidor con la venta de los alimentos que se producen en los invernaderos y las huertas. Cada ocho días un grupo de mujeres realiza un recorrido desde su finca hasta la plaza de Mongua donde llegan con sus canastas adornadas con variedad de alimentos para ofrecer a los habitantes del municipio. Otros alimentos hacen un recorrido mayor para llegar hasta Bogotá al restaurante “Clandestino”
Este tipo de prácticas contribuye al bienestar y al mejoramiento de la economía de las familias. El mercado campesino es un espacio donde las mujeres además de ofrecer sus productos y obtener ingresos, también comparten saberes con otros custodios de semillas y productores locales.
 
Las organizaciones han ganado autonomía y legitimidad en el territorio por su apuesta y compromiso con los procesos productivos sostenibles y sociales que se desarrollan al interior tanto de las familias como de los grupos asociativos, al recuperar también practicas solidarias de trabajo como la minga o mandatos.
Las cinco organizaciones con el acompañamiento y cofinanciación de SWISSAID y otros aliados como el Proyecto ASIR-SABA y las alcaldías de Gámeza y Mongua ha logrado tejer una propuesta de territorio y de valoración del campo.
  Walquiria Pérez Pamplona – Representante País SWISSAID
Fotos: Luis A. Guzmán – Viviana Sánchez Prada  
[1] La Asociación Huerto Altoandino y TDS (Tunjuelo, Dintá y San Ignacio) de Mongua, Asogámeza, Asoprogam y Acueducto de Daita, del municipio de Gámeza, con una amplia participación de las mujeres

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