Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales
La sociedad moderna se enfrenta a una crisis extraordinaria.
Es una crisis civilizatoria que se ha estado gestando a lo largo de cientos de años. En su centro se encuentran algunas “personas”(1), que hoy poseen y controlan más de la mitad de la riqueza global; explotan impunemente tanto a la naturaleza como a la humanidad en pos de generar ganancia. Las consecuencias de sus acciones son contundentes. Al momento de escribir estas palabras, la mayoría de la población mundial se encuentra en cuarentena. El COVID-19 y su impacto está presente en los diálogos públicos y privados en todo el mundo. Mientras los gobiernos se empeñan en intentar detener la propagación del virus y salvar a sus ciudadanos, las repercusiones económicas de la crisis amenazan con desbaratar los medios de subsistencia y las vidas de miles de millones de personas.
Nadie se ha librado del virus. Sin embargo, son los trabajadores y trabajadoras urbanas y rurales, migrantes, Campesinas y Campesinos y pueblos originarios, en su gran mayoría sin acceso a sistemas de salud pública de calidad, quienes se encuentran en la posición de mayor vulnerabilidad, al igual que las personas de mayor edad y con condiciones de salud preexistentes.
El miedo por la salud no es la única preocupación. En muchos lugares del mundo las fábricas están despidiendo trabajadores y trabajadores y los gobiernos están cerrando mercados campesinos rurales y periurbanos. A medida que se implementan estrictas medidas de cuarentena, los productores y productoras de alimentos a pequeña escala tienen dificultades para comercializar su producción; los pescadores no pueden entrar al mar, los pastores no pueden arrear el ganado y se restringe a los pueblos originarios el acceso a los bosques. El resultado es un mundo que pronto se enfrentará a un incremento de hambre y pobreza, quizás varias veces más graves de lo que ya hemos visto en las últimas dos décadas. Mientras tanto, los Estados con tendencias dictatoriales encontraron en esta crisis una oportunidad de legitimar la vigilancia masiva, socavando los procesos democráticos y desmantelando paulatinamente la libertad de asociación y el disenso organizado.
Esta tierra, esta agua, este bosque, ¡somos nosotros y nosotras!
Libro ilustrativo Vía Campesina
El núcleo de la Declaración se centra en el derecho a la tierra, las semillas y la biodiversidad, así como en varios “derechos colectivos” anclados en la Soberanía Alimentaria. La Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos a determinar sus sistemas alimentarios y agrícolas, y el derecho a producir y consumir alimentos saludables y culturalmente apropiados. Además de contar con un artículo único dedicado a las obligaciones de la ONU, la Declaración también establece en cada artículo una serie de obligaciones y recomendaciones para los Estados miembros. Estos artículos en la Declaración explican no solo los derechos de Campesinas y Campesinos, sino también los mecanismos e instrumentos para que los Estados los garanticen. Ahora, la responsabilidad de su adaptación e implementación a los distintos contextos nacionales recae sobre los Estados miembros de la ONU, los movimientos sociales y la sociedad civil en cada rincón del mundo.
Este Libro de Ilustraciones explora distintos aspectos de la Declaración de la ONU. Por medio de imágenes poderosas, creadas con cuidado por Sophie Holin, joven militante y colaboradora de La Vía Campesina, su objetivo es dar a conocer la Declaración de la ONU y difundir sus contenidos en comunidades rurales. El libro, producido originalmente en inglés, español y francés, también estará disponible como un documento de acceso libre para la adaptación y traducción de movimientos sociales a idiomas locales.
En su mayoría, hombres: según el informe de Oxfam 2017, ocho hombres poseían la misma riqueza que las 3.600 millones de personas que conforman la mitad más pobre de la humanidad